sábado, 9 de noviembre de 2024

Lectura: la leyenda de Chochó, trompo wayuu.

 

CHOCHÓ, TROMPO TRADICIONAL WAYUU

El trompo tradicional wayuu es elaborado con el fruto de una planta muy común en la zona llamado “Calabazo”. Los niños en compañía de los adultos elaboran sus trompos con el fruto de este árbol, el cual se perfora en uno de sus extremos y le sacan la pulpa que contiene por dentro, con agua caliente, le abren otro agujero en el otro extremo por donde le introducen una pequeña varita que será la punta o base del trompo, dicha varita es donde se envuelve la cuerda, la cual se ha de jalar con fuerza para que el trompo salte de su base y caiga al suelo bailando, emitiendo un sonido, un zumbido.
La dinámica del juego consiste en hacer bailar el trompo el mayor tiempo posible. Es practicado por niños y adolescentes. Puede ser jugado de manera individual o grupal. Cuando es practicado con varios jugadores, se juega de forma simultánea, los participantes lanzan su trompo al mismo tiempo. Gana el trompo que dure más tiempo girando en suelo. En el desarrollo de su práctica se promueve y fortalece la creatividad, destreza y agilidad de los competidores.

A continuación se presenta una lectura fantasiosa sobre como el wayuu aprendió a elaborar el trompo tradicional, disfrútenlo:

Aliita: La leyenda de Chochó

En el norte de la península de La Guajira, vivía un joven wayuu llamado Chochó, conocido por todos como el mejor bailarín de Yonna, la danza tradicional de su pueblo. Su destreza en el pioule era tal que, en cada evento, las jóvenes competían por el honor de bailar con él. Sus movimientos ágiles y su profunda conexión con el ritmo del kaasha (tambor wayuu) hacían que todos lo admiraran, y su fama se extendía por todas las rancherías cercanas.

Una noche de luna llena, cuando las estrellas parecían danzar en el cielo, Chochó se dirigía a un baile en una ranchería vecina. Mientras caminaba por el desierto, envuelto en el sonido distante de los tambores, algo inusual ocurrió. De entre las sombras de los cactus y los arbustos, emergió una figura femenina. Era Puloui, un espíritu misterioso y hermoso, conocido en las historias antiguas como la guardiana de los misterios nocturnos. Puloui lo invitó a bailar bajo la luna, al ritmo de un kaasha que comenzó a sonar de manera misteriosa.


Hipnotizado por su belleza y por el sonido de los tambores, Chochó aceptó. Bailaron juntos, sus pasos eran tan perfectos que parecía que se fundían con la tierra misma. Pero lo que Chochó no sabía era que aquello no era un baile común. Puloui había preparado una trampa, pues quería llevárselo a su mundo, donde lo retendría por siempre.

La danza se prolongó hasta que, de repente, Chocho desapareció en el aire, sin dejar rastro. En el lugar donde había bailado por última vez, comenzó a crecer un árbol nunca antes visto por los wayuu. Su tronco era firme y sus hojas brillaban bajo la luz de la luna. Pronto, ese árbol dio un fruto redondo, fuerte y duro, al que los wayuu llamaron aliita (calabazo).

La desaparición de Chocho dejó un vacío en la comunidad. Nadie sabía qué había ocurrido con él, pero una noche, un anciano wayuu tuvo un sueño. En su visión, Chocho le habló. Le reveló que su espíritu no había sido atrapado por Puloui, sino que vivía dentro del aliita. Chochó le enseñó cómo preparar el fruto y convertirlo en un trompo, un juego que traería alegría y unión a su gente.

Al despertar, el anciano compartió el mensaje con su pueblo, y así, los wayuu comenzaron a elaborar trompos a partir del aliita. Al jugar con ellos, sentían la presencia de Chochó, como si su espíritu danzara una vez más en cada giro y cada movimiento del trompo.

Desde entonces, el trompo wayuu no es solo un juego, sino un símbolo del alma de Chochó, el joven que bailó tan bien que su espíritu quedó inmortalizado en un fruto. Y cada vez que un trompo gira, los wayuu recuerdan la leyenda del gran bailarín y su último baile bajo la luna llena.

 

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