En las últimas décadas, el pueblo wayuu ha emprendido una serie de acciones a nivel de instituciones, con el fin de hacer visibles ante el gobierno y la sociedad en general todas aquellas situaciones que han generado inestabilidad en lo económico, social, educativo y cultural al interior de las comunidades. Diferentes organizaciones, asociaciones, fundaciones y ONGs indígenas han orientado su trabajo en pro de mejorar la situación actual de los territorios wayuu en todos sus aspectos, utilizando un enfoque diferencial que garantice y proteja los usos, saberes, costumbres y tradiciones culturales propios.
Lanzamiento con pulpa de cardón. |
En el caso de los juegos ancestrales wayuu, estos han encontrado en la escuela el lugar ideal para su fomento y salvaguarda. Con la entrada del proyecto Etnoeducativo “Anaa Akua’ipa”, en donde se establecen los lineamientos para desarrollar procesos de educación propia, la escuela se convierte en el principal escenario en donde se recrea el saber, la cosmovisión y espiritualidad del pueblo wayuu. Pero, las iniciativas adelantadas en ella carecen de las herramientas pertinentes que aseguren su masificación, no solo en el ámbito escolar, si no también, en el comunitario, donde los padres quienes son los encargados de transmitirlos a las nuevas generaciones no están cumpliendo con esa labor, la practica de los juegos es nula.
En mi opinión personal, se
deben plantear estrategias, planes, programas que garanticen la difusión,
masificación y apropiación de los juegos en los diferentes escenarios del
territorio wayuu. Para ello se hace necesario articular acciones entre los diferentes
estamentos de la sociedad: los entes gubernamentales de orden local, regional y
nacional, las organizaciones indígenas, la escuela, la comunidad y
principalmente el individuo, el ser wayuu.
Los entes gubernamentales que tienen
competencias en el tema pueden diseñar y ejecutar planes anuales de carácter recreativos,
en donde los lideres deportivos wayuu se puedan formar y tengan un mayor
conocimiento sobre los juegos propios y apropiados. Que estos líderes sean los
multiplicadores de este elemento cultural, en las diferentes comunidades y que
se encarguen de dirigir talleres, charlas y conversatorios sobre los juegos
propios y los interculturales. Pero, como wayuu que somos, no podemos esperar a
que sean las instituciones las generadoras de esas ideas, debemos tener la
iniciativa, dar el primer paso para transformar esta realidad.
A nivel comunitario, se pueden crear escuelas
en los diferentes territorios, en donde los niños y jóvenes puedan vivenciar la
práctica de los juegos en los escenarios naturales, volverlos cotidianos. Se
pueden programar encuentros interescolares en las diferentes comunidades de
manera mensual, de esta forma se genera una gran expectativa y significado a la
práctica de los juegos.
En el ámbito escolar, se deben plantear estrategias
pedagógicas con base a los juegos ancestrales, para que estos sean
dinamizadores del proceso de enseñanza y aprendizaje de los estudiantes, es
decir, convertirlos en herramientas que permitan articular el saber propio con
el intercultural, que contribuyan a la formación integral. Además, es
conveniente realizar encuentros internos y con otras instituciones en donde el
estudiante tenga la posibilidad de demostrar su conocimiento y habilidades
físico motrices en la práctica de los juegos. Que sirva también para el
intercambio de saberes, un espacio pedagógico en donde los padres de familia,
docentes y autoridades en el tema dialoguen, con el fin de profundizar en los
diferentes aspectos del juego.
Por último, pero no menos importante, está la
concientización que a nivel individual se debe generar. Mientras los mayores no
comencemos a inculcarle a las futuras generaciones la importancia de preservar
la práctica de los juegos ancestrales, como medio para fortalecer nuestra
identidad cultural, no tendrán el impacto deseado todas aquellas acciones que
se proyecten desde los diferentes ámbitos para salvaguardar las expresiones
lúdicas del pueblo wayuu.
El proceso de salvaguarda y fomento de los
elementos culturales propios de cada pueblo debe ser de carácter colectivo, solo
aunando esfuerzos se pueden desarrollar procesos pertinentes y significativos
que respondan a las necesidades y realidades de nuestras comunidades.
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